Fiel a tus principios


Fiel a tus principios


Ayer, en comentarios, nuestra lectora Cristina Jack descifró la fórmula que utiliza la serie ‘House’ para comenzar sus episodios con una sorpresa. Sabemos que cada semana hay un caso médico. Lo esperamos. Nos muestran un candidato óbvio. Un enfermo, un accidentado, alguien que deja de respirar. Sin embargo, ¡sorpresa, sorpresa!, no es el enfermo, sino un familiar que le visita el que colapsa con un sarpullido inexplicable en los brazos; no es el accidentado, sino el bombero el que durante el rescate se queda ciego; no es el hombre que deja de respirar sino el boy scout que le hace la maniobra de Heimlich al que, en el proceso, se le quiebran los brazos porque en cuestión de minutos han perdido todo su calcio.

Los seguidores de ‘House’ se acostumbraron a ese patrón y dejó de sorprender, pero si extraemos la fórmula y la utilizamos en un contexto distinto estaremos dando vida a nuevas y originales tramas. Unos ejemplos a bote pronto:

NOVELA HISTÓRICA: ¿Dónde está el Rey?

Una bella princesa llega al castillo exigiendo ver a su padre. Viene con sus guardias acompañada por una voluminosa y desgarbada doncella. Nadie le quiere decir a la heredera que su padre ha desaparecido en una reciente batalla.

Cuando se quedan a solas, la doncella se quita el velo y dice “Soy el Rey Ricardo, nadie puede saber que estoy aquí. Mi hermano debe creer que estoy muerto”.

NOVELA ERÓTICA: Soy tu amo

Cristina sólo reaccionaba ante la voz de su amo. Después de conocerle en internet, y tras sórdidas conversaciones telefónicas, su propuesta le sorprende. Hoy no le exige nada en el plano sexual, sino dar un paso en una dirección más íntima, casi romántica: una cita en un bar de la ciudad para conocerse por fin. Ella estaba sentada en el lugar de encuentro cuando un hombre alto y bien parecido entró en el local. Le empezaron a temblar las piernas cuando lo vio acercarse sin un amago de titubeo o nerviosismo, sus penetrantes ojos examinándola en silencio.

El camarero, que no ha perdido detalle de la escena, se acerca por detrás y le susurra en esa voz tan familiar: “Vamos, Cristina, olvídate de este per­dedor. Acompañame al almacen. Vas a ser mía”.

FUTURO DISTÓPICO: El prisionero

Los guardias imperiales, siempre acompañados por sus perros genética­mente modificados, eran los seres mas crueles y despiadados que queda­ban en el planeta. Juan hacía tiempo que intuía la amenaza de un infil­trado en la prisión pero no sabía quién era. Empezó a vislumbrar su rescate cuando un guardia y su perro entraron en su celda dejando la puerta abierta. Mientras el guardia le interroga, una sombra se acerca en silencio por detrás del guardia levantando un cuchillo.

El perro, girándose con rabia, logra arrancarle el arma con sus fuertes mandíbulas. Todo ocurre en décimas de segundo, y cuando Juan empieza a comprender lo que está ocurriendo, el perro vuelve al ataque mordiendo a su propio dueño de una certera dentellada en el cuello dejándolo tendido en un oscuro charco de sangre. “No hay tiempo para explicaciones”, le dijo el perro. “Ni a los prisioneros ni a los guardias les interesa que sigas con vida”.



Mañana haremos el mismo ejercicio pero con los típicos finales de episodio. ¿Alguien se atreve a dejarnos en comentarios cómo el buen doctor daba con la solución a su misterio médico?

6 comentarios :

  1. Las veces que vi la serie, era un detalle, un sólo detalle: una conversación, donde se mencionaba una palabra clave; un programa de televisión (me acuerdo de una vez que ocurrió eso); un examen donde algo no cuadraba... Él veía más allá de lo obvio, por eso podía resolver los enigmas médicos. :)

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  2. ¡Qué buenos ejemplos! En un sólo párrafo has sido capaz de generar tensión y misterio. Ahí va mi ejercicio.

    -Martinón, Martinón, que he visto a una partida de la guardia civil- la voz era casi inaudible, un susurro que se perdía con la oscuridad de la noche.
    -Joder, no puede ser, ayer les dimos esquinazo.
    Llevaban ya cinco días escapados en el monte, pero no sentían hambre de alimentos, sino de vida. Estaban hambrientos por vivir.
    -Joder, joder, ¿qué vamos a hacer?
    Martinón miró a su compañero, un gran amigo, buena persona, pero alguien sin agallas. Era más un intelectual que otra cosa. Él, sin embargo, no entendía mucho los libros que leía, pero tenía algo muy claro, que lo que estaba ocurriendo no era justo, que su espalda molida a los 8 años no era justa, y que el poder déspota del cura y del alcalde de su pueblo no eran justos.
    Era noche cerrada, sus pupilas ya no se podían dilatar más, y apenas veían lo que había a su alrededor. Los pasos se oían cada vez más cerca. Su piel se llenó de sudor frío. Miró a su compañero, que tiritaba de terror.
    -Martinón, no quiero morir, que no me maten, por dios, que no me maten.

    Los pasos pararon y a unos dos metros vio unas botas negras, sólo un par. Sólo un guardia civil. -¿Dónde se habrán metido este par de gilipollas? Cuando los tenga delante los voy a despellejar vivos, mierda de rojos...

    Martinón agudizó su oído. Era la voz de su cuñado, el cabrón que hizo todo lo posible para que no se casara con su mujer.

    -Martinón, hijo puta, sé que estás con el Enano. Y sé que estáis cerca- su voz era nítida, firme, y rabiosa- No tengo toda la noche para ir detrás de vosotros por el monte como un perro de caza.

    Escucharon cómo arrojaba algo, un pequeño paquete al suelo, y cómo los pasos se alejaban. Cuando el eco de las pisadas desapareció, Martinón recogió el paquete del suelo. Lo abrió con cuidado. Eran dos pasaportes falsos, un salvaconducto para pasar la frontera, junto con una nota: "No volváis".





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  3. Ejercicio, ejercicio. Primero hay que hacer los deberes.

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  4. Esta hablando con Cadi y siendo misogino como siempre y Cadi dice algo como "eres un impertinente" y House dice "claro, ya tengo la solucion; es sindrome de Malaria-impertinente-strompstin"

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