Y ahora, son comodines


Y ahora, son comodines

A los entrenadores de futbol les gusta utilizar una técnica de per­fec­cion­amiento del arte del balompié que consiste en hacer partidillos de entre­namiento en los que no se permite usar el pie dominante. Para la mayoría de los jugadores eso significa que sólo pueden tocar el balón con su pie izquierdo.

Obviamente en un partido de verdad usarán el pie que más convenga en cada momento, pero gracias a su entrenamiento habrán dejado de ser tan dependientes de su pie favorito.

La versión para escritores de este ejercicio podría ser dedicar un día a escribir sin utilizar nuestros verbos comodín: ser y estar. No es tan difícil.

Juan estaba tumbado en la cama con resaca.
Juan yacía en la cama, jurando en voz baja su renuncia al alcohol.

María estaba nerviosa, estaba pensando en su padre.
María se mordía las uñas mientras sus lagrimas resbalaban aterrizando, saladas, en la foto de su padre.

Juan era militar, era el oficial de mayor rango de la base.
Juan entró luciendo el uniforme de su alto rango y ladrando órdenes con voz segura.

Toledo es una ciudad con mucha historia. Es bonita y sus monumentos están bien conservados.
La belleza del Toledo histórico transporta al visitante. Los monumentos y calles estrechas conservan el ambiente del medievo español.

Obviamente cuando escribes tu novela no existe palabra alguna que tengas que considerar prohibida, pero gracias a este ejercicio explorarás nuevas formas de expresión.

6 comentarios :

  1. Y cuando empiezas a perder recursos es cuando más debes agudizar tu ingenio. Interesante ejercicio.

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  2. Excelente como siempre, aunque es un ejercicio que vengo haciendo desde que me aconsejaste que lo hiciera cuando tuve un problema con mi novela... Gracias... ♥

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  3. Este ejercicio me recuerda a mi época de periodista. Buscar sinónimos para no repetir las palabras era diverstidísimo. Cuando el cerebro ya no te daba para más gritabas en medio de la redacción: "A ver, un sinónimo de..." Veinte cabezas levantaban su mirada del teclado, miraban al techo e iban soltando palabras que tú encajabas en la frase: "No, esa no, que ya está repetida. No esa tampoco, que no queda bien fonéticamente. Sí, sí, esa, esa es la palabra".

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