Ya no hay páginas


Ya no hay páginas

Ken Follett tenía un sistema para pulir sus novelas de suspense de esas que no puedes dejar de leer.

Imprimía ejemplares en el formato que se usaría para el producto final. Daba esos manuscritos a lectores de prueba, y pedía que le marcasen las páginas donde ellos creían que podrían dejar de leer e irse a dormir tranquilos. El reescribía las páginas marcadas añadiéndoles unas gotitas de emoción, un chorrito de intriga, un poquito de suspense o simplimente cambiaba el orden de las palabras y, voilà!, ya no puedes dejar el libro en ese punto.

Un ejemplo. Si una página acababa con la frase “Le atacaron con un cuchillo pero escapó ileso.” y su lector marcara esa página como un buen sitio para interrumpir la lectura, Ken Follett añadía algunas palabras para que la página terminara con la frase incompleta “Le atacaron con un”, obligando así al lector a pasar la página y leer dos más cómo mínimo.

Ahora, con los lectores electrónicos, se puede cambiar el tamaño de la letra a voluntad, por lo que el autor ya no posee ese control sobre la paginación. Lo único que puede controlar es dónde y cuándo cambia de capítulo.

Mañana hablaremos de capítulos.

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