La soledad del corredor de fondo

La soledad del corredor de fondo

En un mundo editorial convulso, donde los agentes literarios reciben centenares de manuscritos cada semana y se autopublican miles de libros al día, ¿qué se puede hacer para ganar una carrera que requiere la velocidad de los 100 metros, pero con el aguante de una maratón? Es lógico pensar que las editoriales intenten capear la crisis, entre otras cosas, concentrándose en obras de autores ya publicados, es decir, corredores que salieron hace años y nos llevan una ventaja casi insuperable.

Hay que ser mejor, y eso desanima porque nuestro deseo de escribir seguramente germinó en nuestra total admiración por las excelentes obras de autores que tenemos en un pedestal.

Si no podemos ser mejores, ¿está todo perdido? Un australiano que pasó toda su vida plantando patatas y cuidando ovejas nos muestra otro camino.

En 1983 Cliff Young ganó la durísima ultra maratón Sydney-Melbourne. Teniendo en cuenta que son 875 km, sólo conseguir llegar al final ya es todo un logro. Digamos que nuestro cuidador de ovejas, en un principio, no partía como favorito precisamente: durante el primer día ocupó la última posición, y por mucho. No sorprende, tenía 61 años y corría con botas de agua, las mismas que usaba en su granja para correr tras sus 2000 ovejas por las 800 hectáreas de pasto. Lo que no sabían los otros corredores es que Cliff, a veces, había corrido hasta tres días sin parar para alcanzar alguna oveja perdida. Y lo que no sabía Cliff era que se suponía que los corredores pararían para dormir. La mañana del segundo día todo había cambiado, amaneció con el viejo campesino en primera posición, y con la suficiente ventaja como para que fuera imposible alcanzarle. El record para correr de Sydney a Melbourne era de algo más de siete días; él lo hizo en cinco. Batió el record ¡ con una ventaja de dos días ! Dos días menos para esa distancia, dos días más que su record personal de correr día y noche.

No fue mejor, fue diferente.

6 comentarios :

  1. Eso es precisamente lo que debemos buscar: ser originales, ser personales, ser nosotros mismos. Nuestros autores preferidos no deben ser modelos, sino un acicate para llegar a la meta. Antes que escritores somos lectores, y debemos motivarnos.
    Bonita entrada.

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  2. Ser diferentes... ¿cómo conseguimos la diferencia en el mundo literario? A través del proceso alquímico de transformar lo universal en particular; de conseguir que el lector sienta que nos dirigimos exclusivamente a él; transformando las palabras en plastilina para que nosotros le demos la forma deseada; llegando a encender la conexión eléctrica del subconsciente colectivo y atravesando el corazón del lector... ¿que cómo se consigue todo esto? ¡Ay, amigos! Esa es la fórmula del alquimista...

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  3. No había leído esta entrada, está muy buena, es cierto que hay que ser diferente, a veces, no sabemos lo diferentes que somos, como él no sabía que lo que él hacía como rutina en su granja, era lo que lo hacía diferente al resto de los competidores.

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  4. Los buenos escritores, cuyas obras se han convertido en clásicos y soportado el paso y escrutinio de los años, fueron en su mayoría transgresores de las normas de todo tipo.

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